[El dolor a palo seco...], Rafael Chirbes

domingo, 31 de agosto de 2014


   El dolor a palo seco no lo aguanta nadie. Tienes que tener alguna historia metida en la cabeza para soportarlo. Darle un sentido, imaginarte que sirve para algo. Que te cura, que te salva. Lo que escuece, cura, decía mi abuela cuando me echaba unas gotas de alcohol en la herida que me había hecho jugando, al caerme, o cuando me cortaba. No soportamos saber que algo escuece y no cura, que duele y sólo es eso, dolor, nada de medicina. 


Rafael Chirbes, Crematorio, Anagrama, Barcelona, 2007, p. 319.
   

[La memoria...], Carlos Marzal

viernes, 29 de agosto de 2014
 

 
   La memoria es como un hotel venido a menos: ocurrieron grandes cosas allí y queda su sombra.



Carlos Marzal, La arquitectura del aire, Tusquets, Barcelona, 2013.
     

[Al borde...], Elias Canetti

miércoles, 27 de agosto de 2014
Tizas, Dran


Al borde del abismo, él se aferra a lápices.


Elias Canetti, El corazón secreto del reloj, Muchnik, Barcelona, 1987.
    

Poema, Julio Cortázar

martes, 26 de agosto de 2014
 Marc Chagall

POEMA

Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,
te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y cintas que dormían en la lluvia.
No quiero que tengas una forma, que seas precisamente lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa
donde el vino es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre
en una galería de museo.

Además te quiero, y hace tiempo y frío.


Julio Cortázar, Pameos y meopas, Llibres De Sinera, Barcelona, 1971, p. 20.
    

[Se construye...], Jorge Riechmann

domingo, 24 de agosto de 2014

Se construye a partir
de ruinas. Quien no lo sabe
devasta el mundo


Jorge Riechmann, Poemas lisiados, La Oveja Roja, Madrid, 2012.
      

[En el silencio no se sabe], Samuel Beckett

viernes, 22 de agosto de 2014
El devanado del silencio, Leonor Fini


   [...] es demasiado tarde, quizá sea demasiado tarde, quizá ya está hecho, ¿cómo saberlo?, no lo sabré nunca, en el silencio no se sabe, quizá sea la puerta, quizá me halle ante la puerta, lo que me sorprendería, quizá sea yo, fui yo, en algún lugar fui yo, puedo partir, durante todo este tiempo viajé, sin saberlo, soy yo ante la puerta, ¿qué puerta?, ya no es otro, ¿qué viene a hacer aquí una puerta?, son las últimas palabras, las verdaderamente últimas, o son los murmullos, van a ser los murmullos, conozco eso, incluso no, se habla de murmullos, de gritos lejanos, hasta donde se puede hablar, se habla antes, se habla después, son mentiras, será el silencio, pero que no perdura, donde se escucha, donde se espera, a que se rompa, a que la voz lo rompa, quizá sea el único, no sé, no vale nada, es cuanto sé, no soy yo, es cuanto sé, no es el mío, es el único que haya tenido, no es cierto, debí de tener el otro, el que dura, pero no duró, no comprendo, lo que quiere decir que, si dura siempre, yo estoy siempre ahí, me abandoné ahí, espero, no, no se espera ahí, no se escucha, no sé, se trata de un sueño, quizá sea un sueño, lo que me sorprendería, voy a despertarme, en el silencio, no dormirme más, seré yo, o seguir soñando, soñar un silencio, un silencio de sueño, lleno de murmullos, no sé, son palabras, no despertarme nunca, son palabras, es lo único que hay, es menester seguir, es cuanto sé, ellos van a detenerse, conozco eso, los noto que me sueltan, será el silencio, un breve instante, un buen momento, o será el mío, el que dura, que no duró, que dura siempre, seré yo, es menester seguir, no puedo seguir, es menester seguir, voy pues a seguir, hay que decir palabras, mientras las haya, hay que decirlas, hasta que me encuentren, hasta que me digan, extraño castigo, extraña falta, hay que seguir, acaso esto se haya hecho ya, quizá me dijeron ya, quizá me llevaron hasta el umbral de mi historia, ante la puerta que da a mi historia, esto me sorprendería, si da, seré yo, será el silencio, allí donde estoy, no sé, no lo sabré nunca, en el silencio no se sabe, hay que seguir, voy a seguir.


Samuel Beckett, El innombrable, Alianza, Madrid, 2010, pp. 221-222.
   

[El amor como acontecimiento], Byung-Chul Han

jueves, 21 de agosto de 2014


   El «acontecimiento» es un momento de «verdad» que introduce una nueva forma de ser, completamente distinta a lo dado, a la costumbre de habitar. Hace que suceda algo de lo que la situación no puede dar cuenta. Interrumpe lo igual a favor de lo otro. La esencia del acontecimiento es la negatividad de la ruptura, que da comienzo a algo del todo distinto. El carácter del acontecimiento une el amor con la política o el arte. Todos ellos exigen una «fidelidad» al acontecimiento. Esta fidelidad trascendental puede entenderse como una propiedad universal del Eros. 
   La negatividad de la transformación o de lo completamente diferente es extraña a la sexualidad. El objeto sexual permanece siempre igual a sí mismo. No le sobreviene ningún acontecimiento; pues el objeto sexual consumible no es el otro. Pero eso no me cuestiona nunca. La sexualidad pertenece al orden de lo habitual, que reproduce lo igual. Es el amor del uno al otro uno. Le falta por completo la negatividad de la alteridad, que imprime su sello a la «escena de lo dos». La pornografía agudiza la habituación, porque borra por entero la alteridad. Su consumidor ni siquiera tiene un enfrente sexual. Habita la escena del uno. De la imagen pornográfica no sale ninguna resistencia del otro o de lo real. Lo pornográfico tampoco lleva inherente ningún decoro, ninguna distancia. Es pornográfica precisamente la falta de tacto y de encuentro con el otro, a saber, el tacto autoerótico y la afección de sí mismo que protege al ego del contacto extraño o de la conmoción. De esta forma, la pornografía incrementa la dosis narcisista del yo. En cambio, el amor como acontecimiento, como «escena de lo dos», des-habitúa y reduce el narcisismo. Produce una «ruptura», una «perforación» en el orden de lo habitual y de lo igual.
   Inventar de nuevo el amor fue una preocupación central del surrealismo. [...] En los surrealistas, el Eros es el medio de una revolución poética del lenguaje y de la existencia. Es exaltado como fuente energética de una renovación, de la que ha de alimentarse también la acción política. A través de su fuerza universal une entre sí lo artístico, lo existencial y lo político. El Eros se manifiesta como aspiración revolucionaria a una forma de vida y sociedad completamente diferente. Es más, mantiene en pie la fidelidad a lo que está por venir.


Byung-Chul Han, La agonía del Eros, Herder, Barcelona, 2014, pp. 68-70.
  

El mundo, Charles Simic

lunes, 18 de agosto de 2014

EL MUNDO

A ti que me torturas
Cada día
Con tus crueles herramientas,
Estoy a punto de confesarte
Una desesperación
Más oscura que todas tus noches
Más oscuras.

Fue el día que me trajiste
La foto de una mujer
Y un niño huyendo
Por un camino con una hilera de árboles,
Después vi otra foto de ellos dos
En el suelo
Con sus cabezas ensangrentadas
En el mismo camino sinuoso.

Había un cielo sin nubes
De final de verano
Y los árboles se estremecían
Con la primera lluvia
Fueron los días en que pusimos
Toda nuestra confianza en el mundo
Sólo para ser engañados.


Charles Simic, Mil novecientos cincuenta y ocho. Antología poética, Valparaíso, Granada, 2014, p. 109.
    

Lo grave empieza cuando el calendario sustituye de una vez por todas al reloj, Roger Wolfe

sábado, 16 de agosto de 2014
Ajedrez en una isla, Jacek Yerka


LO GRAVE EMPIEZA CUANDO EL CALENDARIO SUSTITUYE DE UNA VEZ POR TODAS AL RELOJ

Nadine ha visto a Elena.
Le ha dicho que se ha muerto
Antonio. Hace meses que no veo
a José Angel. Del mundo de Julián
me he descolgado. Manuel se ha hecho
monje, o casi. Paco bebe
en solitario. Me dice Jorge por teléfono
que empiezan a preocuparle sus lagunas.
Alberto se pudre en Barcelona.
Raimundo sigue entre las garras
de como mínimo el Opus Dei.
Alfredo se ha perdido
en algún lugar de Extremadura.

Tras el recuento ya no quiero
ni acordarme
de dónde me deja todo esto
a mí.


Roger Wolfe, Mensajes en botellas rotas, Renacimiento, Sevilla, 1996, p. 16.
   

[Cada nota...]

jueves, 14 de agosto de 2014
 Fatiga de los sueños ebrios, Kiyoshi Koishi


   Cada nota hace que Ivan vaya perdiéndose. Durante la audición, la sonata avanza, ella al piano, él al violín. Los acordes arman una bola de nieve que rueda cuesta abajo por la colina del tiempo. No tardará en deshacerse.
   Sonreír es hacer de espejo ante los aplausos. Espejo ante Ivan, que la mira con alegría, con orgullo ante la interpretación tejida entre los dos: a través de la música, a través de todo en lo que la piel no interviene.
   Las palabras que quiere decir le llegan como el agua en forma de torrente: no puede volverlo hielo, apresar la solidez de al menos una idea. Sólo lo banal, algún monosílabo, encontrarse con más gente, enhorabuena, adiós, qué te parece si, gracias por haber venido. Los minutos visten traje gris, calzan una mirada insípida.
   Hasta que el reloj se delata con su esencia impaciente. Salen del auditorio juntos, se quedan delante del edificio, solos en la noche transversal. Yuki se calla. Calla demasiado. Sabría hablar si el tiempo se volviera un chicle interminable para poder hacerlo. Cada segundo se va triturando entre los dientes. Su garganta es un teclado infinito, por dónde comenzar para que el sonido no sea sacrilegio, y el silencio sólo se rompa porque va a nacer una melodía perfecta.
   —Bueno, Yuki. Me voy en esta dirección. Ya nos veremos.
   Digerir esas palabras convierte la despedida de Yuki en una mueca inútil en su boca. Esas palabras, y la mano de Ivan como una hoja caída sobre su brazo: apenas un regalo de algo que pertenece sólo al viento.
   Se alejan, cada uno por su raíl como dos trenes que sólo coinciden en desangrar el mismo paisaje. Los pies de Yuki hilan un réquiem para la calidez muerta en una noche húmeda. No existe abrigo suficiente cuando Ivan se ha marchado.

  

[Los ojos de los otros...], Patxi Andión

miércoles, 13 de agosto de 2014
Mano herida con el ojo del amante, Fatima Ronquillo



Los ojos de los otros son flechas que hieren o salvan.



Patxi Andión, Breverías, Huerga y Fierro, Madrid, 2014.
    

Vuelo nocturno

lunes, 11 de agosto de 2014
Cielo en una noche de viento, Albert Bloch

VUELO NOCTURNO

Una bandada de flashes recorre
ese cielo nuclear que es tu recuerdo.
Fueron muchos los pájaros
que quisieron pintar
cuando te fuiste
un cielo gris a cambio de mis alas.

No sé qué porcentaje
de luz
fluía a partir de tus labios.

No sé qué amanecer partía en ti.

Ahora una vela a mediodía
me alumbra un río miope y un incendio.

Y la noche se erige en buitre de la noche.
             

[Con la boca entreabierta...], Michel Houellebecq

domingo, 10 de agosto de 2014
Carpa, Bartolomeo Bimbi


   Con la boca entreabierta, como las carpas, dejamos escapar regüeldos de muerte. Para disimular el olor a muerte que sale de nuestras fauces, que inexorablemente sale de nuestras fauces, emitimos palabras.


Michel Houellebecq, Poesía, Anagrama, Barcelona, 2012, p. 49.

[La memoria], Rafael Chirbes

viernes, 8 de agosto de 2014



   Alguien que ya no está. Que ya no existe. Esa persona desaparece incluso de las conversaciones de quienes más cerca estuvieron de ella. Quienes más quisieron a alguien en vida no son siempre los que más lo recuerdan tras la muerte. La han querido a rabiar a esa persona, y luego la olvidan. Ocurre. No sabemos lo que guardará la memoria. La cabrona memoria: un guardia municipal que dirige el tráfico a su antojo, que da paso a los vehículos a su arbitrio, sin tener en cuenta las necesidades circulatorias de la ciudad; o que a lo mejor se comporta con esa apariencia arbitraria precisamente para guardar un orden secreto, que desconocemos, que no somos capaces de percibir.


Rafael Chirbes, Crematorio, Anagrama, Barcelona, 2007, p. 295.
 

Solo es ausencia, Raúl Ariza

martes, 5 de agosto de 2014
Masao Yamamoto

SOLO ES AUSENCIA

   Verla aquí, a mi lado, pero con sus pensamientos tan lejos, me produce un dolor difícil de describir pero, en todo caso, insoportable. En ese momento me gustaría ser otra persona.
   Ha pasado casi un año y las cosas no parecen mejorar. Ella sigue perdida en un lugar del que creo no quiere salir, y al que a mí no me permite acceder. De nada sirve mi insistencia. De nada me sirve el crédito que me da lo felices que hemos sido durante estos diez años de casados, o la promesa de lo mucho y bueno que nos queda aún por vivir juntos. De nada me sirve tampoco apelar, para elevar su ánimo, a la presencia alegre de nuestra hija pequeña. Desde que Dani murió, ella ni está nunca, ni es nadie. Solo es ausencia.
   Se recuperó de las lesiones pero no regresó al trabajo. No ha vuelto a querer coger el coche, ha dejado sus clases de dibujo, y ha descuidado su vida social. Pasa las horas encerrada en casa, en un estado de silencio emocional que revela dolor intenso, pero que su austeridad convierte en imperceptible. Ya no sé qué puedo hacer para ayudarle. Al principio no la dejaba a solas ni un momento, le impedía con mis gestos amorosos que asumiera las culpas, le invitaba a que jugásemos juntos con la pequeña, y trataba constantemente de hacerle reír o hablarle de cualquier cosa para sacarla de su trance silencioso. Nada de ello sirvió de mucho.
   Anoche intentamos hacer el amor. Fue un acto vacuo que hoy considero casi irresponsable. Ella no estaba. Desde el accidente, mis manos la tocan pero no la sienten, mis palabras le suenan mudas, y mis ojos la miran traspasándola.
   Cuando la tengo a mi lado sin que esté, me gustaría ser otra persona. Un hijo muerto, por ejemplo.

 

[Caer y alzarse], Jorge Riechmann

lunes, 4 de agosto de 2014
Sinergia, Pejac

Desde tus ojos
exhausta lluvia lenta,
y desde el cielo

Caer y alzarse.
Corredores de fondo,
caer y alzarse



Jorge Riechmann, Poemas lisiados, La Oveja Roja, Madrid, 2012, p. 89.
    

Haciendo el cuervo, Charles Simic

sábado, 2 de agosto de 2014
Bosque helado, Matazō Kayama

HACIENDO EL CUERVO

¿Estás autorizado a hablar
en nombre de los árboles desnudos?
¿Eres capaz de explicar
lo que pretende el viento
con la camisa y el camisón
abandonados en la lavandería?
¿Qué sabes tú de las nubes negras?
¿Y de los estanques repletos de hojas muertas?
¿De coches antiguos oxidándose en la entrada?
¿Quién te ha dado permiso
para mirar la lata de cerveza en la cuneta?
¿Y la cruz blanca junto a la carretera?
¿El columpio en el jardín de las viudas?
Pregúntate a ti mismo si las palabras bastan
o si sería mejor agitar tus alas
de árbol en árbol
y seguir haciendo el cuervo.


                            Charles Simic
      

[La escritura], Delphine de Vigan

viernes, 1 de agosto de 2014
 Hokkaido, Masaru Kimura


   Toda tentativa de explicación está condenada al fracaso. Por tanto, debería conformarme con escribir restos, fragmentos, hipótesis.
   La escritura es impotente. Como mucho permite plantear preguntas e interrogar a la memoria.


Delphine de Vigan, Nada se opone a la noche, Anagrama, Barcelona, 2012, p. 41.